El proyecto de reforma interviene en una edificación de tipología singular. El barracón es una construcción compuesta por dos plantas y cubierta a dos aguas, rodeada de vegetación y árboles de gran porte. Se caracteriza por una gran compartimentación, dobles entradas y un pasillo con acceso independiente a cada espacio. El sistema constructivo se basa en un muro de carga perimetral y central, que divide a la vivienda en dos crujías de 4,50 y 4,00 metros. La disposición estructural es uno de los condicionantes principales de la propuesta, así como su limitada altura, unos escasos 2,70 metros. Los clientes, una pareja joven con un bebé, tienen una amplia experiencia en vivir en diferentes ciudades europeas, por lo que demandan espacios amplios y versátiles, consiguiendo la mayor luminosidad posible. El entorno era propicio para ampliar las ventanas y ganar vistas hacia el jardín, proporcionando intimidad y refrescando la vivienda mediante la sombra de la arbolada. La versatilidad y la amplitud de los espacios se consigue con grandes puertas de suelo a techo y de gran ancho, que permiten interrelacionar y al mismo tiempo independizar estancias contiguas. Las dos puertas correderas de 1,40 metros de ancho hacen entender el salón y la cocina como una única estancia. Lo mismo ocurre con la estancia contigua al salón, su versatilidad en el uso y la conexión directa con la zona de estar hace de ella que pueda ser salón de juego, estudio o incluso dormitorio. Las puertas de madera de acabado natural toman gran protagonismo en la estética de la propuesta. El uso de pocos materiales como son la madera, el blanco de paredes y techos, y el suelo de piedra natural pulido, crea una vivienda luminosa, cálida y atemporal.