Casa Milano es una vivienda unifamiliar desarrollada, por deseo de los clientes, con estándares de Passivhaus. Esto nos permite experimentar un nuevo tipo de contingencia constructiva, que asumimos en igualdad de condiciones que el programa, la ubicación o la geometría de la parcela y, por tanto, en un ejercicio ampliado de pragmatismo crítico.

La primera decisión derivada de esta nueva tipología es un nuevo marco de trabajo material, la prefabricación en madera (CLT) con envolvente de aislamiento exterior (Sate). Desarrollamos con estas condiciones un programa mínimo (una pequeña unidad habitacional y un pabellón para invitados) con un presupuesto ajustado: solo una reducción paulatina de los m2 construidos puede permitirnos cumplimentar el estándar buscado.

Hay varias referencias que se superponen al trabajar con estas nuevas condiciones. Por un lado, las exitosas Kit Houses americanas, tan populares en la primera mitad del siglo pasado, ya que trabajamos con prefabricación (y sin embargo con presupuesto bajo). Nuestro proyecto no se va a dibujar sin embargo como esos bonitos panfletos publicitarios con los que estas se vendían, ni nosotros vamos a intentar crear la ilusión de una nueva casa típica andaluza. Porque esta casa no es ni modular ni de catálogo, ya que la estructura de CLT montada en taller es especifica para este proyecto.

En segundo lugar, las cabañas de cañizo que poblaban hasta no hace tanto tiempo toda la costa de Huelva, muy alejadas de la imagen estereotípica de vivienda andaluza, a pesar de que está última visión impera en el planeamiento local. Ya la normativa urbanística nos obliga a ofrecer una fachada blanca, con materiales continuos, sin atender al modelo constructivo de la edificación. Es por ello que encontramos justificado un poco de artificio, también como en las Kit Houses.

Con estas referencias un tanto liberadoras nos permitimos desarrollar nuestro propio juego en la repetición de volúmenes, desvinculados como están de los espacios interiores. Esto permite una libre configuración de los ritmos de las fachadas largas, uno de paso corto al Este, y uno largo, que crea la ilusión de tres volúmenes, al poniente. Posibilita además que los tres porches adheridos a las fachadas puedan vincularse a ellas de manera diferenciada.

También nos sentimos libres para repetir extensivamente los elementos decorativos, todo para afectar a la escala de los construido: parecer más de lo que se es. Tal vez albergue cierta coherencia más convencional el decalaje de los volúmenes para evitar los arboles existentes. Pero lo que nos resulta enriquecedor es cómo este decalaje de la edificación en la parcela nos conduce hacia otros hallazgos afortunados.

Así, en sección, el aislamiento térmico exterior de piezas machihembradas crece modularmente de espesor hacia la cubierta, en un escalonado rítmico acompañado por el retranqueo de los huecos, y que dota a la casa de una cierta ligereza, quizás de manera más acorde a su propia naturaleza prefabricada. Parece que es esa falta de masividad la que da finalmente a la edificación un posicionamiento adecuado en el pinar del Campo Común de Abajo, en una cota relativamente elevada respecto a la entrada.

Ahí entre los pinares, entre el matorral de jara y de lentisco como especies locales seleccionadas para los taludes, es donde finalmente la casa parece que es auténtica.