Este proyecto se centra en la reforma de aulas de la Facultad de Ciencias de la Educación para adaptarlas a un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje de carácter innovador. Se trata de la creación de un “Aula Experimental para la Educación Infantil”, donde la innovación educativa se convierta en espacio en sí mismo, recuperando y recreando la esencia del concepto de educación, un proceso acompañado de desarrollo integral y autónomo del ser humano. Desde este punto de vista, se parte de la incorporación de la naturaleza y de la educación respetuosa al aula como mecanismo de transformación vital y humano del espacio.

Las nuevas tecnologías y la intensa demanda de actividades extraescolares académicas están transformando la relación de los aprendices con el entorno y sobre todo con el entorno natural. Esta hiperconexión digital está generando lo que Louv (2008) denominó trastorno por déficit de naturaleza. La infancia pasa gran parte de su día sentada, en entornos cerrados y totalmente ajenos al medio natural. Todo ello genera problemas de salud y educativos, como la obesidad, déficit de atención, alergias, enfermedades respiratorias, hiperestimulación visual e informativa, y serias dificultades para desarrollar un pensamiento propio, crítico y creativo entre otros. La escuela de hoy debe responder a las necesidades y retos del presente por lo que se considera vital que los niños/as, así como los futuros docentes, incorporen ese vínculo con la naturaleza y el desarrollo natural, en definitiva, se trata de que recuperen los elementos naturales en su espacio vital, tal y como propone Heike Freire, estableciendo una relación "triangular" entre el educador, el niño y el entorno natural.

En el proyecto se incorpora la naturaleza al interior del aula mediante muros vegetales y un techo que ira colmatándose de naturaleza con el tiempo. Todo ello completamente sensorizado y monitorizado para comprobar en tiempo real la mejora de la calidad del aire de las estancias educativas.