En la Casa Lucas reflexionamos sobre la coherencia entre estructura, espacio, proporción y sus resonancias. Una reflexión que ambiciona de nuevo una confluencia de intereses, inherente a la práctica de Studio Wet, y que probablemente la casa Borrero ejemplificó de manera más clara.

Y es que no por ya tratados, dejan de ser estos temas objeto de inspiración, en una dinámica que aún se nos antoja inagotable. Esta pequeña escala alimenta nuestra agenda creativa, y nos obliga sin excusas a intensificar la propuesta para compensar todo lo demás.

La casa Borrero era puro músculo, muros de carga de ladrillo que indisolublemente resolvían la envolvente y la estructura del edificio. Inicialmente buscamos esa coherencia en esta Casa Lucas en Almensilla, donde de nuevo hemos de gestionar el encuentro entre lo nuevo y lo viejo. Sin embargo, en un curso de madurez acelerada, nos parece ahora que aquella estricta coherencia es superada, y que tal vez nuestra agenda creativa, ganando en autonomía, ha cambiado algo de rumbo.

Y es que en esta ampliación de una vivienda de muros de carga tradicionales (con un bello aparejo en fachada de ladrillo aplantillado), la sección longitudinal por la ampliación ya nos muestra ciertas contradicciones, entre lo masivo y lo ligero, entre el ladrillo y el acero, al conformarse mediante una estructura mixta de soportes metálicos y soportes de fábrica de ladrillo. Sobre todos ellos descansa un sencillo forjado de hormigón armado. En nuestro proyecto de ampliación, los tamaños de los apoyos son diversos, desde el sobredimensionado pilastrón en planta baja y primera hasta el pilar metálico que recibe las cargas en el centro del forjado. Y es que aquí la repetición de los elementos estructurales se reduce a su simple idealización, y su carácter tectónico dejar de ser coherente con una diferencia sensible de magnitud en las cargas.

Todos estos elementos se hacen autónomos e independientes, y de alguna manera fuerzan a que el resto de la construcción tamibén lo sea. De esta manera, dos grandes vigas de hormigón visto sobresalen del forjado y construyen una fachada que casi es didáctica, donde se enseñan las costuras del edificio: la lámina autoprotegida de la cubierta se hace fachada y los huecos no son si no lo que queda de cerrar allá donde se necesita intimidad.

Proporciones, secciones y tamaños en conflicto, diversos, que generan una tensión suficiente como para plantearnos una cierta desazón. Pero felices dudas, ya que en último término alimentan un resultado inesperado.