Este proyecto de residencia de estudiantes, parte de dos condicionantes fundamentales; por un lado, obviamente, el programa de necesidades del cliente y por otro no menos importante, su emplazamiento.

Respecto al primer aspecto, se espera un edificio muy racional en su organización, de fácil comprensión de cara al usuario final, con los espacios de tránsito muy controlados y fundamentalmente con unas zonas comunes muy generosas, en torno al 20% de la superficie total del edificio.

En relación con el segundo condicionante, el proyecto debe abordar la construcción de un edificio de gran tamaño en una parcela situada en el centro de un barrio residencial, con fachada a 3 calles de tamaño doméstico, pretendiendo que el edificio permita “respirar” al espacio público, no dando la sensación de colmatación de la manzana en la que se implanta. Anteriormente, esta parcela estuvo edificada con una nave industrial que ocupaba el 100% de la superficie con una altura media de 12 m. Nuestro proyecto pretende “liberar” espacio, acorde a la búsqueda de una ciudad más amable, en contra de la colmatación de la que se proviene.

Para dar respuesta a ambas cuestiones, se plantea un nivel de planta baja, a modo de basamento en el que se desarrollarán junto con el sótano, la totalidad de los usos comunitarios y 3 piezas perpendiculares a esta, en las que de una manera muy racional se implantan las habitaciones de la residencia de estudiantes. Esta formalización del edificio permite una permeabilidad entre el interior de la parcela y la calle principal, Antonio Maura Montaner.

El edificio consta de 17.300 m2 para uso de residencia de estudiantes y 3.500 m2 de uso aparcamientos, resuelto en una planta bajo rasante y entre 5 y 6 alturas sobre rasante.

Se implanta alineado a las 3 calles, generándose grandes espacios interiores en el que se desarrollan diferentes actividades al aire libre.

Como hemos anotado arriba, la cantidad y calidad de zonas comunes, es parte importante en este proyecto. Estas se desarrollan entre la planta sótano y la planta baja quedando vinculadas a través de un gran patio, que se convierte en elemento vertebrador de los diferentes usos comunitarios que se desarrollan en su entorno. Este patio también sirve para introducir luz y ventilación natural en el sótano.

En esta planta encontramos usos tan variados como zonas de co-living, local de ensayo de música, sala de videojuegos, cocina compartida, salas de estudio… con apertura al patio, de manera que mediante grandes ventanales correderos fluyen hacia el exterior. La climatología de Sevilla permite que, en muchos meses del año, estos usos comunitarios se desarrollen al aire libre. El patio, elemento muy sevillano, se le dota de una fuente de latón, para provocar ese sonido de agua tan característico en las noches de verano.

En la planta baja, se aloja una gran entrada porticada al edificio que funciona como elemento de transición entre el espacio público y privativo, la recepción y los accesos a cada unos de los bloques en los que se ubican las habitaciones. Adicionalmente y también en torno al patio anteriormente mencionado y a las zonas ajardinadas interiores, se prevén zona de uso común como la biblioteca, gimnasio, co-working, cocina común, sala de yoga y meditación o salones con cocinas de uso privado previa reserva.

El proyecto busca generar líneas de visión profundas de manera que aunque cada uno de estos usos comunes quedan acotados por la iluminación, mobiliario… para que en todo momento se tenga percepción de todos estos espacio y sus vinculaciones.

Un viandante por la vía pública puede tener percepción de estos usos y llegar a intuir las zonas ajardinadas en el interior de la parcela.

En el interior, se vacía la edificación. Los bloques de las habitaciones se dejan diáfanos, conformando soportales. Espacios en los que desarrollar las actividades al aire libre, tanto a intemperie como la zona de piscina, huerto urbano… o a cubierto como el cine de verano, zonas de juegos…

Todos estos espacios interiores de planta sótano y planta baja se acompañan de un proyecto de interiorismo con un lenguaje fresco y mediterráneo a la par que acogedor. Estos espacios son el hogar de 505 personas que vienen a estudiar a Sevilla y por tanto se cuidan al más mínimo detalle.

Para aportar frescor en los espacios exteriores, también se implanta un proyecto de paisajismo, seleccionando las especies que mejor se adaptan a la climatología de Sevilla, un tanto extrema en los meses de verano.

Las plantas superiores de cada uno de los bloques están dedicados íntegramente a las habitaciones de estudiantes. Estas cuentan con una cocina completa, baño privado, mesa de estudios de gran tamaño, armario y una cama de grandes dimensiones. Todo orientado a hacer que la estancia de estos jóvenes sea una experiencia como mínimo similar a lo que están acostumbrados e incluso mejor.

Las fachadas exteriores se resuelven con materiales sencillos, generando una arquitectura serena y neutra, sin resultar agresivo para el entorno. Fachadas blancas, chapas de deployé zincado plata y hormigón visto. Hacia la calle Antonio Maura Montaner, se dejan previsto dos frentes de fachada completamente en blanco para servir de lienzo a dos murales de arte urbano. El promotor del edificio acostumbra a “obsequiar” al barrio con diferentes intervenciones de arte en sus fachadas. En este caso, pintadas por el artista internacional Axel Void.

En resumen, una residencia de estudiantes que podríamos calificar de muy alto nivel por su acabados, equipamiento y servicios, enclavada en el corazón de un barrio residencial muy tranquilo, pero a la vez extraordinariamente conectada con los dos campus principales de la Universidad de Sevilla.